La labor de la asistencia sanitaria en centros geriátricos
Sois muchas las compañeras que a lo largo de vuestra profesión desarrolláis vuestra labor asistencial en residencias geriátricas.
Muchas veces son nuestros primeros contratos y al nerviosismo de una primera vez se le suma que, en ocasiones desconocemos la labor que desempeña una enfermera en una residencia para ancianos, no sabemos qué aplicación tienen todos esos conocimientos teóricos aprendidos durante la carrera, no sabemos cómo enfrentarnos la vejez… y sin esperarlo, nos encontramos inmersas en la aventura que es la asistencia al paciente geriátrico, y sí, la palabra aventura es adecuada porque si algo aprendes en una residencia, es que con ellos cada día es una aventura.
En este contexto asistencial la valoración clínica cobra especial relevancia; el paciente geriátrico corresponde a un perfil pluripatológico donde signos y síntomas se mezclan y conviven a sus anchas, donde la evolución y el pronóstico de las diferentes enfermedades se unen convirtiéndolos en una «bomba de relojería». Con ellos aprendes a distinguir las fluctuaciones de la enfermedad y las exarcebaciones, de auténticas situaciones de urgencia.
Las curas con ellos se convierten en auténticos rituales, donde se demuestra que con criterio y evidencia científica hay diferentes formas de hacerlo y conseguir buenos resultados; siendo sin duda, la prevención y el seguimiento el mejor de los caminos a elegir.
Adaptarse siempre cuesta, a ellos que perdieron la memoria o la recuperan en tiempos pasados , lo nuevo se les hace un mundo.
Somos nosotros su herramienta para encontrarse, y te enseñan sin que sepas muy bien cómo, a manejar el estrés, el suyo y el tuyo; porque lo tienes, aunque disimules, porque solo quieres que se adapte y deje de sufrir, que deje de no encontrarse y para eso no hay pastillas ni jarabes.
Aprendes a navegar entre buenos y malos momentos, a detectar cuándo algo no va bien y cuándo llega el final.
El rol asistencial cambia y tú cambias… tus esfuerzos y tu energía no van encaminados ni a la cura, ni a la vuelta a la vida de antes.
Tus esfuerzos van encaminados al acompañamiento, a potenciar lo bueno de esta etapa que están viviendo, porque lo hay. Van encaminados a verlos felices y a sonreír, sonreír con ellos, siempre con ellos.
Hay personas que trabajan y conviven con personas o mejor dicho que conviven y trabajan por las personas, y esas personas son los equipos de enfermería de las residencias.
A todas las compañeras que trabajáis con la población geriátrica y en especial a aquellas que trabajáis en residencias y centros de día, os damos las gracias; porque la geriatría es dura, pero también es dinámica, espontánea y gratificante, y eso solo se entiende cuando les miras a los ojos y ves a través de ellos.
Coordinadora EIR – Coordinadora programa EIR.Grado en Enfermería por la Universidad de Valencia. Máster en Urgencias y Emergencias por la Universidad CEU Cardenal Herrera. Profesora asociada del departamento de Enfermería de la Universidad de Valencia.