¿Se duchan los fibroblastos?
Desde el año 1962, tras la publicación por parte de George Winter del artículo “Formation of the scab and the rate of epithelization of superficial wounds in the skin of the young domestic pig” en la revista “Nature” hemos acogido el concepto de “Cura húmeda” de forma natural, sobre todo en contraposición a la llamada “Cura seca”. A partir de este punto empezó a surgir todo un arsenal terapéutico alrededor de la necesidad de aportar un grado de humedad suficiente al lecho de la herida para conseguir que el proceso cicatricial se desarrolle de forma efectiva.
Hidrogeles, hidrocoloides, foams, hidrocelulares…. éstos y otros productos se han comercializado con el fin de aportar agua de forma exógena o de mantener el mayor grado de humedad posible en el lecho de la herida sin producir maceración. No obstante somos muchos los que nos planteamos la realidad de esta “Cura húmeda” incluyendo a su actual evolución denominada “Cura avanzada”. El escepticismo que nos produce la “Cura húmeda” se podría relatar en varios puntos, pero nos llevaría más tiempo del que cualquier lector le gustaría invertir al leer un post. Por este motivo, como en otras ocasiones, vamos a llevar el concepto al campo del “sentido común” con el simple objetivo de aportar un punto de partida para centrar un tema tan controvertido.
Imaginemos una piscina, dentro de la misma tenemos a unas personas encargadas de ir llenándola de esponjas a una velocidad constante, y fuera tenemos una manguera que vierte agua. Si la velocidad de aplicación de esponjas es igual a la del llenado de agua de la manguera, podemos encontrar la situación ideal en la que cubriremos a la vez de esponjas y agua la piscina, pudiendo incluso andar sobre la piscina sin ahogarnos. Por otra parte ¿qué pasará si quitamos el tapón de la piscina? que la mayor parte del agua queda retenida por las esponjas, no se pierde su grado de humedad.
El exudado es a la herida lo que el agua a la piscina, pero… ¿y las esponjas? en este caso se trata de la matriz extracelular del tejido cicatricial, en concreto los glicosaminglicanos ¿y quienes son esas personas que ponen esponjas? pues los fibroblastos, la célula por excelencia del tejido conectivo, la estirpe celular que crea el tejido cicatricial.
¿Y qué nos dice la “Cura húmeda”? Nos recomienda aportar un grado de humedad externo mediante apósitos hidrocoloides o materiales que gelifican en contacto con el exudado, osea aportar más agua desde fuera.
Volvamos a nuestra piscina y añadamos dos mangueras más de agua ¿qué pasará? pues que la velocidad de llenado de agua es superior a la de aplicación de esponjas y, las personas que ponen esponjas…. se pueden ahogar…. ¿y si quitamos el tapón? pues todo el agua que no estaba retenida en las esponjas se pierde sin más.
En conclusión, la hidratación real de un tejido no depende exclusivamente del agua que se le aporte sino de los elementos biológicos que sean capaz de retenerla. Sin ellos cualquier aporte de líquido se pierde sin más, no tiene ninguna utilidad y lo único que puede favorecer es la maceración y la lisis celular.
Tal vez a estas alturas del otoño hablar de piscinas no sea lo que más te apetezca, pero si esta analogía te ha despertado la curiosidad os invitamos a saber más sobre la cura en la fase anabólica del proceso cicatricial en el taller “Cómo favorecer y, sobre todo, no entorpecer el desarrollo del tejido de granulación” que se realizará el próximo viernes 30 de Octubre ¡os esperamos!
[box type=»download»]Cómo favorecer y, sobre todo, no entorpecer el desarrollo del tejido de granulación. Taller de Heridas ¡Infórmate! [/box]