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Piel, imagen y belleza en la profesión sanitaria

A estas alturas todos sabemos o hemos oído alguna vez que la piel es el mayor órgano del cuerpo humano. También hemos oído alguna vez que representa en el ser humano una superficie aproximada de 2m², que su peso es de 5kg y que tiene un espesor entre 0,5mm y 4mm. En histología habrás estudiado en varias ocasiones que la unión de tres capas distintas constituyen un “manto” que nos protege y aísla de las agresiones y de los factores externos, como el sol, el viento o el frío. Por tanto, queda claro que nuestro organismo ha diseñado una especie de “escudo” para aislarnos de todo aquello que pueda afectarnos negativamente. Sin embargo, la piel se ha convertido en símbolo de belleza desde hace ya varios años, es nuestra carta de presentación, en ocasiones es nuestro temido DNI, su tono, su elasticidad y sus marcas nos hacen parecer más jóvenes o más mayores. Aceptamos que tiene un importante peso genético, pero somos conscientes de que nuestras actitudes, rutinas y conocimientos hacen que el balance, entre lo que se puede modificar y lo que no, permanezca estable.

 

Pensamos firmemente y estamos convencidos de que la piel sana requiere de unos cuidados imprescindibles, cuidados que la mayoría de las veces carecen de una base profesional, porque parece que cuando hablamos de envejecimiento cutáneo, de productos cosméticos o de belleza, el conocimiento, los estudios o la evidencia científica brillan por su ausencia.

 

Además de cuidar nuestra piel durante un proceso de cicatrización o cuando existe una determinada enfermedad dermatológica, también apostamos y estamos convencidos de la importancia de generar cuidados cuando partimos de una piel sana, cuando nuestro objetivo es el cuidado para la prevención de posibles enfermedades, o simplemente para afrontar el proceso del envejecimiento con una piel de calidad, tersa, luminosa, hidratada, en definitiva, una piel con aspecto sano, mejorando nuestra imagen y calidad de vida.

 

Apostamos por los cosméticos, pero creemos en la formación y el estudio para tener la capacidad de seleccionar qué productos van a funcionar y cuáles no, ser conscientes de que no todo lo que hay hoy en el mercado sirve, en qué momento es adecuado usar un principio activo y cuándo no, en qué personas y en qué etapa de la vida, frente a qué tipo de piel, etc.

 

Por ejemplo, ¿sabías que las cremas que contienen retinoides (cosméticos con vitamina A, retinol o ácido retinoico) no pueden emplearse nunca durante el embarazo porque hay riesgo de malformaciones fetales?; ¿eres consciente de que la protección solar está científicamente considerado como el elemento terapéutico imprescindible para la lucha contra del cáncer de piel? ¿Y que además no funciona como un cosmético, si no como un fármaco? ¿Sabes qué beneficios tiene un Peeling Químico en nuestra piel? Pues te podemos decir que las últimas publicaciones realizadas afirman que realizar de manera periódica un Peeling Químico (ácidos) o una exfoliación cutánea son tratamientos que actúan como mecanismo de protección frente al cáncer de piel, debido a la renovación celular que se produce, obteniendo como resultado la estimulación de la proteína P53, la cual actúa en nuestro organismo como un “vigilante inmunológico” frente a las amenazas cancerígenas. Por último… ¿sabes distinguir entre todos los componentes y principios activos que componen un cosmético simplemente leyendo la etiqueta del mismo?

 

Por todo ello, creemos en la importancia y en la necesidad de profesionalizar todas las acciones y mecanismos que ponen en juego nuestra salud, incluso cuando estamos frente a la prevención de enfermedades (por supuesto también cuando existe patología), frente al estudio de la imagen, a la mejora de la calidad de nuestra piel, del cuidado corporal, del uso de cosméticos o de la belleza en general. Somos de los que pensamos que los profesionales de la enfermería y los profesionales sanitarios deben asumir la responsabilidad que conlleva cuidar la imagen de las personas que buscan nuestra ayuda y se ponen en nuestras manos.

 

Apostamos por el conocimiento científico, la investigación, la formación, la preparación y la práctica de todo aquello que esté relacionado con el cuidado de las personas, asumiendo los cuidados que parten de la ausencia de enfermedad y se dirigen a la prevención y la mejora.