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Ácido Hialurónico, ¿qué es y qué ventajas tiene?

Cuando en 1983 me tropecé con el ácido hialurónico, un poco por casualidad y un bastante por la búsqueda a través del estudio y el pensamiento constructivo para la resolución de un problema, las heridas, no imaginé las posibilidades presentes y futuras que tenía esa molécula tan sencilla y efectiva a la vez. Es precisamente en su simplicidad dónde radica su efectividad.

¿Quién no ha oído hablar hoy del ácido hialurónico y de sus múltiples aplicaciones?

Este componente natural fue descubierto en el año 1934 aproximadamente por unos investigadores llamados Meyer y Palmer, aunque su aplicación en el campo de la cosmética llegaría décadas más tarde, alrededor de los años 80. Los investigadores quedaron sorprendidos por la capacidad de esta sustancia transparente y de aspecto gelatinoso para absorber y retener el agua, pero todavía faltaban muchas cosas increíbles por conocer de él.

El ácido hialurónico es uno de los principales componentes de la matriz extracelular y se encuentra en grandes cantidades en la piel así como en distintas zonas del cuerpo humano. Es un glucosaminoglicano de peso molecular alto, no sulfatado, que en la piel normal es sintetizado esencialmente por fibroblastos dérmicos y queratinocitos epidérmicos.

Ese poliazúcar compuesto de un ácido urónico, el glucurónico y una hexosamina, la glucosamina, que se convierte en una estructura mucoide, dulce, de aspecto gelatinoso muy característico, es el principal responsable de la hidratación y elasticidad de la piel. El organismo pierde con la edad la capacidad para generarlo y esto produce la aparición de las incómodas arrugas y líneas de expresión. Aunque empezamos a perder ácido hialurónico a partir de los 25-30 años, a los 40 años el cuerpo produce la mitad de ácido hialurónico que necesita para mantener la piel hidratada y joven.

Con todo esto, el ácido hialurónico se ha convertido en uno de los principios activos más deseados en el sector cosmético principalmente por varias de sus funciones:

  1. Es el principal responsable de la hidratación de la piel y el cabello.
  2. Estimula la síntesis natural de colágeno y ácido hialurónico en nuestra piel.
  3. Actúa como una esponja, es decir, retiene el agua y esto hace que se rellenen las arrugas y los signos de expresión.
  4. Se encarga del funcionamiento adecuado de las articulaciones amortiguando los impactos y manteniéndolas lubricadas. Además, también está presenta en otros tejidos como los cartílagos.
  5. Ayuda a la generación de nuevas células y elimina los desechos que estas cumulan.

Rápidamente surge una pregunta.

¿Todos los hialurónicos son iguales? La respuesta es que no. No todos son iguales.

¿Qué debemos conocer para saber la bondad de un producto con ácido hialurónico? Lo cierto es que debemos fijarnos básicamente en tres cosas.

  1. Su concentración. Que constituye muchas veces un secreto industrial pero, por debajo de la cual, no se consiguen los efectos perseguidos; a la vez que concentraciones superiores no consiguen mayores beneficios.
  2. Su masa atómica o peso molecular. De manera que, cuanto menor es su peso molecular, mayor es su penetrabilidad a través de la piel, lo que viene determinado por la Ecuación de Stockes-Einstein.
  3. Que no se combine con otras sustancias activas. Situación que permite la máxima efectividad del ácido hialurónico.

Con estas premisas, podemos examinar todos los productos que contienen ácido hialurónico, que nos aplicamos sobre nuestra piel y que no siempre obtenemos los resultados prometidos o deseados.

Ninguna otra sustancia, natural o sintética, presenta tal capacidad de retención de agua, lo que convierte al ácido hialurónico en componente estelar de tratamientos estéticos dirigidos a mantener la piel tersa y suave, difuminando arrugas, líneas de expresión y eliminando la flacidez.

Por otro lado, su beneficio es doble, existiendo evidencias científicas de que, además de mejorar visiblemente el aspecto de la piel, rellenando el espacio entre las fibras y manteniendo la hidratación, como ya hemos mencionado, estimula la producción natural de ácido hialurónico y de colágeno, consiguiendo resultados más profundos y duraderos.

Además, a diferencia de otros tratamientos más agresivos como la toxina botulínica (bótox), el ácido hialurónico no presenta problemas de reacciones alérgicas o rechazos al tratarse de un compuesto muy similar al que el organismo produce de manera natural.

Esperamos que este post os sirva de ayuda a la hora de enfrentaros a la compra de un buen producto cosmético.

Feliz semana a todos,

Vicente Tormo.

Miembro Claustro CEISAL